El Picudo Rojo amenaza las palmeras del Norte de España

Plantas de indianos

No hay tantas palmeras en el Norte de España como en el Sur o en el Levante, sin embargo tienen tanto valor histórico, simbólico u ornamental como sus congéneres de la costa mediterránea. La mayoría fueron plantadas por los indianos en las casas y palacetes que se construyeron a su vuelta de “hacer las Américas”, a finales del s.XIX y comienzos del s.XX, y acabaron convirtiéndose en símbolos vivientes del éxito de sus dueños.

Desde Pontevedra hasta Guipúzcoa, asomadas al Atlántico y al Cantábrico, nos encontramos las casas y palacios de Indianos en abundancia; sólo en Asturias hay más de dos mil, muchas de ellas con jardines. La especie de palmera más utilizada en ellos ha sido la canaria ( Phoenix canariensis ), aunque tambien es común ver palmitos elevados ( Trachycarpus fortunei ) y , más raramente, otras especies como las palmeras de abanico ( Washingtonia filifera) o las palmeras datileras ( Phoenix dactylifera).

También hallamos grupos de palmeras en parques de gran tradición como el de Piquío en Santander o el de las Palmeras y jardines de Vicenti en Pontevedra, y en otros más modernos como el de Las Palmeras de Gijón.

El Picudo Rojo amenaza las palmeras

Todas están ahora amenazadas por el ataque del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) , un escarabajo curculiónido o gorgojo de gran tamaño – alcanza los 5 cm. de largo – poco conocido en estas regiones, que ha ido devastando los palmerales de la zona mediterránea durante varias décadas. Ataca a muchas de las palmeras más utilizadas en paseos, parques y plantaciones del área mediterránea , aunque sus preferidas son la palmera canaria y la datilera.

Esta plaga polífaga originaria del sudeste asiático, se estableció en el mediterráneo oriental y desde allí viajó a España dentro de palmeras importadas de Egipto.

El primer caso se detectó en Almuñecar ( Granada) en 1993, más tarde apareció en Málaga, Almería, Murcia, Alicante, Elche, Mallorca… en un recorrido hacia el Este cuajado de palmerales que facilitaron la expansión de la plaga. Además, otras circunstancias como el clima favorable, la ausencia de enemigos naturales, sucesivas importaciones de palmeras infectadas y la falta de conocimientos sobre el combate del gorgojo ayudaron a la invasión de esta plaga . Mientras tanto también viajó hacia el Oeste, llegó a Córdoba y Sevilla, rebasó la Andalucía Atlántica, saltó a las Islas Canarias, cruzó Portugal y en enero del 2013 se comprobó su ataque en palmeras de las rías bajas gallegas; incluso un asturiano amante de las plantas dice haber visto ya una canaria infectada en el occidente de Asturias.

Una plaga difícil de combatir

El picudo rojo está siendo muy difícil de combatir por la complejidad de su ciclo vital – la fase más dañina la pasa como larva dentro del estipe de la palmera- y su gran capacidad de reproducción en climas favorables ( llega a tener 4 o más generaciones al año).

Sin embargo, las investigaciones que se están llevando a cabo en centros de investigación especializados son esperanzadoras, ya que parece que son eficaces los tratamientos biológicos que en ellos se desarrollan.

Actualmente, el combate del insecto se orienta hacia la lucha integrada. Es un combate antiparasitario complejo que incluye el uso de trampas con ferormonas (atrayentes sexuales de los insectos) y kairomonas ( atrayentes de depredadores de origen vegetal) , el empleo de bacterias y nemátodos ( gusanos microscópicos) parásitos del gorgojo, la aplicación controlada de tratamientos insecticidas y medidas culturales como las podas .

Aunque una plaga propia de climas más cálidos debería propagarse lentamente y ser menos dañina en el clima templado y húmedo del Norte , no podemos confiarnos. Quizás haya llegado el momento de que las autoridades empiecen a informar sobre el picudo rojo y hagan un censo de palmeras tal como ya se está haciendo en muchas regiones mediterráneas.